lunes, 3 de octubre de 2016

Reflexiones acerca de la filosofía y la ciencia



¿Es lo mismo filosofía y ciencia? ¿Por qué la percepción de que no pueden interrelacionarse? 

Conceptos.

Ciencia
De acuerdo con Ruselli, la ciencia es un conjunto de conocimientos ciertos y probables, metodológicamente fundado y sistemáticamente dispuestos según los grupos naturales u objetos, además la ciencia tiene como objetivo resolver hechos y problemas que así lo requieran mediante respuestas adecuadas a través de la obduración, las hipótesis y las pruebas[1] (Betancourt, 2007). 

El valor de la filosofía
“Al comenzar, tal vez nos preguntemos: (¿Para qué sirve la filosofía?) Se podría responder: (no sirve para nada). Aunque se dé esa respuesta, no deriva de ahí que no sea valiosa. No es lo mismo ser útil que valer. Servir para otra cosa es un tipo de valor, el valor de utilidad, propio de los medios. Todos los medios o útiles son valiosos; mas no todos los valores son medios. Los medios son buenos para otra cosa, los fines son buenos en sí mismos. Hay preguntas que se plantea el hombre en todo tiempo. Una de ellas tiene que ver con la diferencia entre el saber técnico y el saber liberal (o desinteresado), esto es, la diferencia entre dominio del mundo y libertad interior, técnica y ética, cosas y personas, en una palabra: el mundo y el hombre. Éstos son temas clásicos del pensamiento filosófico, y cobran especial interés en la actualidad. Con un lenguaje propio de su época, J. Balmes formulaba agudamente algunas de estas cuestiones en un libro publicado en 1846:
(Todo lo que concentra al hombre, llamándole a elevada contemplación en el santuario de su alma, contribuye a engrandecerle, porque le despega de los objetos materiales, le recuerda su alto origen y le anuncia su inmenso destino. En un siglo de metálico y de goces, en que todo parece encaminarse a no desarrollar las fuerzas del espíritu, sino en cuanto pueden servir a regalar el cuerpo, conviene que se renueven esas grandes cuestiones, en que el entendimiento divaga con amplísima libertad por espacios sin fin.
(Sólo la inteligencia se examina a sí propia. La piedra cae sin conocer su caída; el rayo calcina y pulveriza, ignorando su fuerza; la flor nada sabe de su encantadora hermosura; el bruto animal sigue sus instintos, sin preguntarse la razón de ellos; sólo el hombre, esa frágil organización que aparece un momento sobre la tierra para deshacerse luego en polvo, abriga un espíritu que, después de abarcar el mundo, ansía por comprenderse, encerrándose en sí propio, allí dentro, como en un santuario donde él mismo es a un tiempo el oráculo y el consultor. Quién soy, qué hago, qué pienso, por qué pienso, cómo pienso, qué son esos fenómenos que experimento en mí, por qué estoy sujeto a ellos, cuál es su causa, cuál el orden de su producción, cuáles sus relaciones: he aquí lo que se pregunta el espíritu; cuestiones graves, cuestiones espinosas, es verdad; pero nobles, sublimes, perenne testimonio de que hay dentro de nosotros algo superior a esa materia inerte, sólo capaz de recibir movimiento y variedad de formas; de que hay algo que con su actividad ´ıntima, espontánea, radicada en su naturaleza misma, nos ofrece la imagen de la actividad infinita que ha sacado el mundo de la nada con un solo acto de su voluntad.) 
(J. Balmes, Filosofía Fundamental, I, cap. 1, §4). La cuestión del saber.
Según el filósofo de Vic, es preciso filosofar, porque junto a la ciencia natural y el progreso técnico, se precisa humanidad; además, advertimos gran diferencia entre la fuerza física y la conciencia, entre lo externo y lo interior, entre la materia y el espíritu, entre el mundo y el Creador. La sola enumeración de esos temas, persuade a muchos de su dificultad. Estos asuntos se dirán son importantes, pero no están al alcance: son cosa de opinión o cosa de especialistas. Eso es una dificultad; tal vez la mayor para quien se acerca por primera vez a estas materias. Se nos presenta, así, la disputa sobre el mismo saber filosófico. Las razones a favor y en contra insinuadas por Balmes, vienen a ser estas:
  1. En contra: Después de veinticinco siglos la filosofía sigue sin alcanzar utilidades claras. Continúa haciéndose las mismas preguntas. ¡Queda lejos la Edad Media! Estamos en el siglo XXI, época de continuas sorpresas, de nuevos progresos tecnológicos. La filosofía no progresa, no es científica. ¿Por qué ocuparnos de ella?
  2. A favor: precisamente por eso, la necesitamos. Ciencia y técnica tenemos, pero nos falta meditar sobre la grandeza del hombre, su origen y su destino. Más allá del rendimiento y la utilidad, hemos de poder discurrir sin límites. El progreso material no basta, se necesita progreso espiritual. Ahora bien, (en este siglo de metálico y de goces) de dinero, placer y confort, en que (las fuerzas del espíritu) la ciencia, el saber se desarrollan sólo al servicio de la técnica y del mercado, se detecta un vacío de espíritu. Más que nunca se requiere un saber desinteresado, la contemplación desde las cumbres.
Pensemos, en fin, ¿qué nos mueve al saber? ¿Interesa sólo por su utilidad, o también porque ilumina el sentido de la existencia? ¿Qué ciencia, qué técnica se propone hacer esto último?”[2] (Fenandez-Burillo, 2009)

Concepto particular:
La filosofía busca la verdad, es universal, no tiene resultados validos (especulativa), flexible, estática, intangible, emocional, abstracta es decir es una rama del pensamiento.
La ciencia, explica y describe sus objetos de estudio llegando a conclusiones y para llegar a ellas recurre a la experimentación, es objetiva, tangible (algunas veces) y material que utiliza un método para comprobar, es rigurosa y cambiante.
    
Juicio valorativo o reflexiones personales.
A manera de ejemplificar la ligada relación o interrelación actual de la ciencia y la filosofía, tomaré como referencia a Garza Mercado,  con la técnica y el método, nos dice que en las técnicas de investigación se encuentran los procedimientos como la selección de problemas, formulación de hipótesis, planeación de trabajos, recolección de información, preparación de gráficas y redacción informes; la técnica permite aplicar el método a estudios concretos, algunas técnicas se encuentran más vinculadas, que otras, a algunos métodos, como la técnica documental, en relación con el método histórico; por tal razón, en la práctica es difícil, y con frecuencia innecesario, establecer la frontera entre método y técnica, sin embargo se debe de entender que el método nos ayuda principalmente a pensar las cosas, mientras que la técnica a hacerlas[3] (Betancourt, 2007). 
Es esta parte final donde al igual que el autor Garza Mercado puedo decir que es innecesaria algunas veces querer determinar la diferencia, a raíz de la estrecha relación que guardan estas dos importante y trascendentales materias.
Asimismo, tomo como referencia lo expresado por el Dr. López Betancourt, esto relativo a que la investigación jurídica moderna no puede limitarse al aspecto meramente teórico o dogmático ni al empírico, sólo una investigación que haga uso de los dos métodos, permitirá la obtención de un verdadero conocimiento (los tipos de investigación, teórica o dogmática y empírica, estas dos investigaciones no se excluyen, más bien se complementan)[4].
Este último ejemplo en cuestiones de investigación jurídica, lo traigo a colación para determinar que, así como los dos tipos de investigación -teórica y emperica- que se pudieran percibir van en diferente sentido o su fundo es otro, en realidad se complementan, pasa exactamente lo mismo con la ciencia y la filosofía, sólo que como lo menciona J. Balmes una se encarga de lo externo y otra de lo interno, una es fuerza física y otra es conciencia, una es materia y otra el espíritu.          

Conclusión.
No me queda duda que la ciencia, la tecnología y la innovación son fundamentales para el desarrollo y el crecimiento económico de una nación, pero es urgente humanizar (aplicar filosofía) la ciencia y la tecnología, es decir que no sea la ciencia y tecnología para la ciencia y tecnología, sino para el hombre y sobre todo para mejorar nuestro único hábitat (nuestro planeta), hasta entonces se le dará sentido a la tecnología científica.
Lo establecido por J. Balmes, retomado por Fernández Burillo en 2009, es una especie de radicalismo o de excluyentismo al decir pensemos, en fin, ¿Qué nos mueve al saber? ¿Interesa sólo por su utilidad, o también porque ilumina el sentido de la existencia? ¿Qué ciencia, qué técnica se propone hacer esto último?, sin duda que los seres humanos nos hemos deshumanizado (alejado de la filosofía) entendiendo que la tecnología científica (ciencia) sólo ve temas de índole material y puede que predominantemente así sea, pero estamos a tiempo de cambiar; lo interpreta su servidor de lo mencionado por Mario Buge en su libro la ciencia su método y su filosofía, dejar a un lado la supremacía que una y otra materia quieren tener (por sus expositores) y combinarlas para tener ideas con espíritu-comprobable de manera empírica y se construya un conocimiento casi perfecto -por la condición humana-.   
Lo dicho por Albert Einstein no está fuera de contexto en la actualidad: ¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil, nos aporta tan poca felicidad? La repuesta es está, simplemente: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino. Es momento que por medio de la filosofía-ciencia se le dé el “tino”. 

Fuentes.
Betancourt, E. L. (2007). La Investigación Jurídica (Primera ed.). México: Porrúa.

Bunge, M. (México). La ciencia su método y su filosofía. 2007: Sudamericana.

Fernández-Burillo, S. (2009). Curso de Filosofía elemental. España: ARVO. Instituto S. Gili Gaya de Lérida.



[1] LÓPEZ BETANCOURT, Eduardo, La Investigación Jurídica, Primera Edición, editorial Porrúa, México, 2007, pág. 18.
[2] FERNÁNDEZ BURILLO, Santiago, Curso de Filosofía elemental, editorial ARVO- Instituto S. Gili Gaya de Lérida, España, 2009, pág. 2-3
[3] Ibídem, pág. 59
[4] Ibídem, pág. 79



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